El DRAE como trasmisor de conocimiento social. El caso de la marca “instituciones”
Entendido como género textual o discursivo, el Diccionario puede concebirse como
“una escenificación de lo que interesa a miembros de una cultura en situaciones
determinadas” (Eggins y Martin, 2003). Efectivamente, un Diccionario es el resultado
de una actividad orientada a un fin: recoger y explicar “de forma ordenada voces
de una o más lenguas, de una ciencia o de una materia determinada” (DRAE, 2001),
tiene lugar en un ámbito cultural y es, por tanto, una actividad social. Desde el
punto de vista de la transmisión de significados, el Diccionario observa la realidad
desde una perspectiva institucional, por lo que podemos decir que, más que una Ideología,
lo que supone el Diccionario –y, en particular, el DRAE- es algún tipo de Representación
Social. Señala Graciela Pardo (2007) a este respecto que las representaciones sociales
son sistemas de interpretación del mundo que dependen de valores y tradiciones,
se actualizan constantemente, otorgan sentido, tienen elementos normativos y funcionales
y, además, tienen una función cognitiva dado su carácter descriptivo y explicativo.
Parece pues razonable vincular el modo de significar del Diccionario con la organización
y trasmisión de los saberes –una parte de ellos, naturalmente- de una colectividad
social.
Al observar el sistema de marcas de la vigésima segunda edición nos ha llamado
la atención, por ejemplo, que la única sub-marca dentro de Instituciones
sea “ejército”, que la sub-marca correspondiente a Profesiones sea “carpintería”,
que en Deportes sean “equitación” y “esgrima”, en Aficiones únicamente“cinegética” y en Espectáculos ·”tauromaquia” ¿es este el perfil de un
ciudadano español del siglo XXI? Es evidente que no. A pesar de los esfuerzos de
modernización – hay una marca para informática y para TV- el DRAE está aún lejos
de realizar la función de representar la realidad social de la España del siglo
XXI. Lastrado por la tradición, mantiene viejas taxonomías y obsoletas definiciones
–un ciudadano es un “hombre bueno”- que poco dicen ya sobre los intereses reales
y las actuales identidades sociales.
En este trabajo voy a centrarme en la marca Instituciones. El objetivo
es justificar y organizar una propuesta de submarcación en la que se incluyan conceptos
pertenecientes al ámbito de las instituciones políticas y sociales. Se da el caso,
por ejemplo, de que la palabra “asamblea” aparece con la marca Mil. en su
quinta y sexta acepción cuando significan “Reunión numerosa de tropas para su instrucción
o para entrar en campaña”, pero aparece sin ninguna marca en la segunda, cuando
significa “Órgano político constituido por numerosas personas que asumen total o
parcialmente el poder legislativo”. Otras palabras como ciudadanía, igualdad, política,
democracia, senado, derechos, educación, sindicato, etc. se encuentran sin ninguna
vinculación entre sí. Sin embargo, desde 1948, la UNESCO regula los conceptos relativos
a las instituciones políticas, y, por su parte, las Ciencias políticas y sociales
han teorizado abundantemente sobre su objeto de estudio, por lo que no faltan referentes
para una posible organización.
En nuestra opinión, una sociedad democrática, igualitaria e intercultural, como
busca ser la España del siglo XXI, donde sus estudiantes en la escuela se forman
en ciudadanía, no puede permitirse un Diccionario que obvie nombrar y estructurar
lo que deben constituir sus valores como sociedad. Una revisión diacrónica selectiva
a las definiciones de algunos conceptos esenciales en este ámbito nos permitirán,
además, observar hasta qué punto el DRAE ha ayudado a legitimar, trasformar, sostener
o desafiar las estructuras sociales y de poder (o si no ha hecho nada de eso).