Diccionarios de dudas: (in)formación
Diccionarios de dudas, conocidos bajo una u otra denominación, los encontramos en muy diversos ámbitos lingüísticos. El español no es en este caso una excepción: este tipo de obras cuenta en nuestra lengua con una interesante historia, una arraigada tradición, y, además, una indiscutible actualidad.
Si la elaboración de todo diccionario supone una serie de toma de decisiones, la naturaleza de estas obras le confiere en este aspecto un valor especial, que viene esencialmente motivado por la lógica indefinición del concepto duda. A su vez, esta indefinición pone más de manifiesto la ideología que subyace a estas obras y que es respaldada por las instituciones de las avalan o por sus autores. Presentamos aquí los resultados de un trabajo basado en el análisis de un muestreo realizado en tres diccionarios actuales. En ellos estudiamos, aunque parcialmente, los criterios de selección del material objeto de tratamiento lexicográfico –especialmente ¿por qué determinadas dudas no tienen cabida en algunas de estas obras–, los mecanismos de condensación de la información –especialmente, ¿qué motiva la desconsensación de algunas informaciones–, así como las formas de presentación de los distintos tipos de datos –en especial en cuanto la valoración de las distintas variedades del español y la selección de ejemplos.
Rastrearemos así la postura ante la «norma» –en varias de las vertientes en las que este término puede entenderse–, que se pone de manifiesto en estos diccionarios y que de manera más o menos explícita trata de imponerse como valor universal. Recordemos, por ejemplo, lo que Manuel Seco, con respecto al carácter normativo o no de este diccionario, hace constar en la «advertencia preliminar» del Diccionario de dudas y dificultades de la lengua española:
«[...] este libro no trata de inculcar al lector la «pureza» de la lengua, sino ofrecerle una orientación acerca de la norma culta del español actual, con vistas al mantenimiento de su unidad» (Seco 91993: XVII)
o también la definición de norma que se proporciona en el Diccionario panhispánico de dudas:
«La norma no es sino el conjunto de preferencias lingüísticas vigentes en una comunidad de hablantes, adoptadas por consenso implícito entre sus miembros y convertidas en modelos de buen uso. […]. La norma surge, pues, del uso comúnmente aceptado y se impone a él, no por decisión o capricho de ninguna autoridad lingüística, sino porque asegura la existencia de un código compartido que preserva la eficacia de la lengua como instrumento de comunicación» (Presentación)
Debemos preguntarnos, por ejemplo, cómo quedan precisadas esas «preferencias» y quién compone esa «comunidad de hablantes» o cómo se define «la norma culta del español actual» y con ello cuáles son los valores que de forma más o menos implícita se tratan de transmitir.
El estudio de algunos procedimientos lexicográficos actuales saca a la luz aspectos no tan manifiestos de estas obras y abre vías de reflexión sobre nuevos modelos lexicográficos.
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